EL
PLACER DE DEFECAR
Ir al baño es para muchos,
además de una necesidad fisiológica, un placer. Sexólogos afirman que el punto
G del hombre se encuentra en el recto, a unos cinco centímetros del esfínter,
justamente por donde pasa la materia fecal antes de conocer la luz. De su
consistencia dependerá el grado de presión que ejercerá sobre la próstata. Esta
presión es la que provoca el placer que ha llevado a muchos hombres a
improvisar con verduras, adminículos plásticos e incluso palos de golf con tal
de repetir la experiencia que natura provee pero sólo a razón de –con suerte-
una vez por día.
Para algunos, el placer no
es necesariamente físico. Hay gente que invierte entre 40 y 60 minutos en cada
sesión evacuatoria, por lo que diversas actividades se realizan paralelamente para
aprovechar ese tiempo que de otra manera estaría desperdiciado. Unos optan por
leer un libro (incluso hay personas que han leído las obras completas de Freud
en tan sólo un par de meses), otros prefieren ver videos porno en sus
celulares, y otros –los menos-, eligen tejerse un pullover para el invierno.
Muchas personas se preguntan
cómo es posible que alguien soporte el olor al estar tanto tiempo en el baño.
Muy simple. Para el que caga su olor no es un problema. Es más, para algunos,
incluso, es hasta un olor agradable que recién se transforma en insoportable al
mezclarlo con esos aerosoles con aromas tan estúpidos como “brisa de campo”,
“aire de la montaña”, etcétera.
Cabe mencionar algunas
curiosidades antes de terminar.
1. En Bolivia, por ejemplo,
hay carteles en las calles donde expresan la prohibición de defecar en la vía
pública. Según parece, “las cholas” no tienen tiempo para ir hasta sus casas y
así como quien se acomoda el pelo detrás de la oreja, ellas se bajan la
bombacha y a otra cosa.
2. En Estados Unidos y
Europa no existe el bidet, por lo que la gente del primer mundo deposita en el
papel higiénico todas sus expectativas de limpieza anal.
3. Existe una pastilla que
tomada regularmente hace que la caca deje de tener mal olor y –encima- adquiera
cierto perfume
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