viernes, 22 de noviembre de 2013

La vorágine; José Eustasio Rivera -Adaptacion-

La vorágine; José Eustasio Rivera -Adaptación-
ANTES QUE ME hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó el porno. Nada supe de los deliquios embriagadores ni de la confidencia sentimental ni de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador cuyos labios no conocieron la súplica. Con todo, ambicionaba el don divino del polvo ideal, que me encendiera espiritualmente, para que mi alma destellara en mi cuerpo como la llama sobre el leño que la alimenta.

Cuando los ojos de una puta me trajeron la desventura, había renunciado ya a la esperanza de sentir un afecto puro. En vano mis brazos -tediosos de libertad- se tendieron ante muchas mujeres implorando para ellos una mamada. Nadie adivinaba mi morbo. Seguía el pajazo en mi corazón.
La Puta fue un amorío fácil; se me entregó sin vacilaciones, esperanzada en el amor que buscaba en mí. Ni siquiera pensó casarse conmigo en aquellos días en que sus parientes fraguaron la conspiración de su matrimonio, patrocinados por el cura y resueltos a someterme por la fuerza. Ella me denunció los planes arteros.
-Yo moriré sola -decía-: mi desgracia se opone a tu Porno.
Luego, cuando la arrojaron del seno de su familia y el juez le declaró a mi abogado que me hundiría en la cárcel, le dije una noche, en su escondite, resueltamente:
-¿Cómo podría desampararte? ¡Huyamos! Toma mi suerte, pero dame tu culo.
¡Y huimos!





“Hace cinco meses búscalos en vano Clemente Silva. Ni rastro de ellos. ¡Los devoró el chimbeo!
 
 
 
 

Yoda: «Siempre dos hay. No más, no menos. Un maestro, y un aprendiz.»
 
Windu: «¿Pero cuál fue destruido? ¿El maestro…o el aprendiz?»





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